Los perros tiraban con fuerza de los trineos, la estela de su paso quedaba marcada en la nieve. No importaba demasiado porque el temporal se encargaría de que sus huellas fueran borradas. Casi se podía sentir el corazón latiendo con fuerza de los perros al avanzar en el camino. El viento azotaba fuerte y los copos de nieve caían con bastante intensidad.
Entre los perros que tiraban de los trineos ocupaba el tercer puesto Juke. Era de color blanco y tenía los ojos gris claro. Era el perro de Cronan. Desde que nació supo que era especial. No pudo resistirse a adoptarlo cuando vio que su madre moría en el parto. De toda la camada era el único de color blanco y destacaba porque era revoltoso y juguetón. Incluso se hubiera podido intuir que no sería fácil adiestrarlo, pero era eso justo lo que a Cronan le llamó la atención.
Ya llevaban casi tres años juntos y eran inseparables. Desde que era un cachorro todas las mañanas a primera hora se levantaban y se dirigían al lago a darse un baño para despertar. Les encantaba jugar a que Cronan lanzara una piedra y Juke corriera a buscarla. Después de un rato en el lago solían correr varios kilómetros a través del monte. A Cronan le gustaba sentir cerca el contacto con la naturaleza. Siempre había tenido devoción por los animales y fue justo ésto, lo que hizo que buscara un trabajo en el que pudiera estar cerca de ellos. Cronan era adiestrador de perros así que estar todo el día juntos era algo sencillo. En estos años Cronan había conseguido que Juke fuera un perro obediente y dócil y esto hacía que fuera una pieza esencial a la hora de ayudarle a adiestrar al resto de perros. Disfrutaban de cada momento juntos, eran amigos inseparables. A Cronan le daba bastante seguridad el hecho de que Juke le acompañara en esta aventura. Sabía que era un amigo incondicional que incluso dado el momento daría su vida por salvarle. Cronan también haría lo mismo sin dudarlo un segundo por su fiel amigo Juke.
Ya llevaban horas de camino y el frío y el cansancio hacían que necesitaran descansar. Gondor no se lo pensó dos veces, se giró y le dijo al grupo ...
- Veo un lugar donde podemos parar ... nos vendrá bien un descanso ...
- Sí por favor, ya no siento las manos... - dijo Lirel
- Me ha parecido ver una cueva en la montaña... creo que será un buen lugar
- ¿Donde?, no lo veo.. - dijo Cronan
- Está aquí mismo ...
- ¿Será seguro? - le dijo Cronan
- Tendremos que comprobarlo...